Quizás podamos aprender
algo de las palabras de Tagore para volver a poner cordura a nuestros
propios nacionalismos y banderas tan soliviantados.
Este libro fue escrito
por Tagore en el tiempo de la Primera Guerra Mundial y en plena
expansión del imperialismo japonés. Dejó aquí algunos fragmentos
que me parecen muy interesantes.
“La ley moral, el mayor
descubrimiento del hombre, pregona esta maravillosa verdad: que los
hombres son tanto más hombres cuanto más se dan a los demás. Se
trata de una verdad que no tiene valor meramente subjetivo porque
está presente en todas las facetas de nuestra existencia. Las
naciones que fomentan la ceguera moral bajo la forma de culto al
patriotismo acabarán sus días de forma súbita y violenta......
Hemos de reconocer que Occidente posee un espíritu vivo en lucha en
las sombras contra esas inmensas organizaciones que aplastan a
hombres, mujeres y niños y cuyas necesidades mecánicas violan las
leyes espirituales y humanas.....El día en que esta organización de
la política y el comercio denominada Nación se vuelva todopoderosa
a expensas de la armonía de una vida social superior será un día
funesto para la humanidad....”
“....Acabo de volver
del Japón, donde he exhortado a esa joven Nación a optar por los
ideales superiores de la humanidad y a no seguir jamás los pasos de
Occidente adoptando como religión ese egoismo organizado que es el
Nacionalismo. Les rogué que no se regodearan jamás en la debilidad
de sus vecinos, que no carecieran nunca de escrúpulos hacia los
débiles, con los que podrían ser mezquinos impunemente, y que
pusieran la mejilla derecha de una humanidad más esperanzadora para
recibir el beso de la admiración de quienes tienen la capacidad de
abofetearla. Algunos de sus periódicos alabaron mis palabras por sus
cualidades poéticas, sin dejar de añadir con sorna que se trataba
de la poesía de un pueblo vencido.Pensé que tenían razón. Japón
ha aprendido en una escuela moderna la lección <cómo hacerse
poderoso>. …...
“...No debemos olvidar
que estar organizaciones científicas que se extienden en todas
direcciones fortalecen nuestro poder, pero no nuestra humanidad....La
idea de la Nación es una de las drogas más potentes inventadas por
el hombre. Bajo sus efectos, el pueblo entero puede poner en práctica
su programa sistemático de egoísmo virulento sin tener la menor
conciencia de la perversión moral que entraña; es más, si se le
indica que es así, puede volverse peligrosamente rencoroso. Ahora
bien, ¡se puede seguir así indefinidamente, esterilizando gran
parte de nuestra naturaleza viva hasta llevarnos a la insensibilidad
moral?....
“...Se ha levantado el
velo, y en esta espantosa guerra Occidente se ha enfrentado cara a
cara a su propia creación, a laque había sacrificado su alma....”
Nacionalismo,
Rabindranath Tagore (1920)