martes, 25 de octubre de 2016

sábado, 22 de octubre de 2016

"El caso de la modelo extraviada" Eduardo Mendoza

          Es una novela muy entretenida, muy divertida, muy absurda. Pertenece a la serie del detective sin nombre que iniciara el autor con su novela "El misterio de la cripta embrujada" escrita en 1979, con el mismo protagonista, una especie de pícaro no muy cuerdo, que se involucra en una serie de historias que, a su pesar, le convierten en un detective bien atípico de novela policíaca. Para este personaje, como para todos, ha pasado el tiempo, está ya en una edad madura y ha pasado su juventud. Pero recuerda un suceso que vivió en los años ochenta y nos lo comienza a contar. De esta manera, Eduardo Mendoza divide la obra en dos partes; en la primera hace revivir la Barcelona de los años ochenta para, en la segunda, contrastarla con la Barcelona actual, y aprovechar para lanzar sus dardos críticos y ácidos a distintos aspectos de la ciudad en los dos momentos. Son meras pinceladas, comentarios puestos en general en boca del detective sin nombre, sin ánimo de profundidad. Y, sin embargo, sientes que van apareciendo verdades como puños sobre la realidad.

           Por supuesto toda la novela es un puro disparate, llena de acciones absurdas e incluso surrealistas o, al menos, esperpénticas que van desvelando una intriga inicial que esconde otra más compleja. Compleja, entre comillas, porque el libro se entiende sin dificultad. Eso sí, requiere hacer muchas pausas, la mayoría de las veces, para reírse de las continuas ocurrencias irónicas y sarcásticas que están por todas las páginas; otras veces, para consultar el diccionario que es mejor tener a mano, pues el léxico de Mendoza es bueno y rico, domina el lenguaje como pocos escritores actuales, y es maestro en el juego de palabras (algunos, todo hay que decirlo, son bastante pobres). Prácticamente todos los personajes son gente de los bajos fondos, Pues bien, los hace hablar a todos con una cuidada elaboración del discurso, una clásica y perfecta sintaxis y palabras cultas. Son personajes de alto nivel lingüístico, otra de los guiños particulares del autor.

            Y tanta charla se desarrolla casi siempre en frenético movimiento. Todos los personajes corren, se persiguen, se esconden, y el detective quien más, haciendo "footing" o repartiendo comida a domicilio mientras resuelve el caso. En definitiva, un libro con el que se pasa un buenísimo rato.


El cuento de la lechera. Para profundizar en el libro "El conde Lucanor", de Don Juan Manuel

           En el capítulo VII de este libro encontramos el cuento titulado "De lo que sucedió a una mujer que llamaban doña Truhana".  Al leerlo, nos damos cuenta de que ya conocemos el relato. Todo el mundo conoce desde su infancia, oído o leído, el cuento de "La lechera". Es uno de los cuentos infantiles más populares. La enseñanza que contiene se resume en el dicho popular de que no es prudente "hacer castillos en el aire", o el más anglosajón,"vender la piel de un oso antes de cazarlo". Es una historia de ilusiones quebradas por la realidad, que ahora se destina a los niños; pero se viene contando desde tiempos remotos, no a niños, sino a jóvenes príncipes y nobles de distintas tierras lejanas para su educación. Este cuento, como prácticamente todos los del libro de Don Juan Manuel, no es suyo y se conocía desde muchos siglos antes. 

            El primer relato que se conoce como el cuento de la lechera es el del escritor griego Esopo, del siglo VI a.C. Varias de las fábulas de Esopo aparecen en "El conde Lucanor". Y, aunque desde el siglo XI circulaban traducidas muchas de ellas ya en Europa a algunas lenguas romances, no es seguro que Don Juan Manuel tomara como fuente esta primera versión. Es más probable que provenga de versiones orientales. 

              El segundo relato más antiguo se encuentra en una colección de cuentos que procede de la India compilados de forma definitiva en el siglo III de nuestra era y que se conoce como"Panchatantra". Esta colección se transmitió en los siglos posteriores a la cultura árabe a través de textos iraníes y persas, y muchos de ellos fueron recopilados siglos después en la colección titulada"Calila y Dimna". En el siglo XIII se hizo una traducción al castellano con el mismo nombre y, desde ese momento, esta tradición oriental se integró en la cultura castellana y occidental. Poco tiempo después, Don Juan Manuel realizó su adaptación de este cuento que ya circulaba en estas tierras. 

          En el relato de Esopo la lechera es la protagonista; en los relatos orientales es un mendigo o un monje. Hay más variantes, como es la miel en lugar de la leche, pero la estructura es igual en todos y su finalidad y moraleja también es idéntica en ellos.  Vamos a leerlos:

             1.-  La fábula de Esopo, del siglo VI a.C. es la siguiente:

            Una lechera llevaba en la cabeza un cubo de leche recién ordeñada y caminaba hacia su casa soñando despierta. "Como esta leche es muy buena", se decía, "dará mucha nata. Batiré muy bien la nata hasta que se convierta en una mantequilla blanca y sabrosa, que me pagarán muy bien en el mercado. Con el dinero, me compraré un canasto de huevos y, en cuatro días, tendré la granja llena de pollitos, que se pasarán el verano piando en el corral. Cuando empiecen a crecer, los venderé a buen precio, y con el dinero que saque me compraré un vestido nuevo de color verde, con tiras bordadas y un gran lazo en la cintura. Cuando lo vean, todas las chicas del pueblo se morirán de envidia. Me lo pondré el día de la fiesta mayor, y seguro que el hijo del molinero querrá bailar conmigo al verme tan guapa. Pero no voy a decirle que sí de buenas a primeras. Esperaré a que me lo pida varias veces y, al principio, le diré que no con la cabeza. Eso es, le diré que no: "¡así!" La lechera comenzó a menear la cabeza para decir que no, y entonces el cubo de leche cayó al suelo, y la tierra se tiñó de blanco. Así que la lechera se quedó sin nada: sin vestido, sin pollitos, sin huevos, sin mantequilla, sin nata y, sobre todo, sin leche: sin la blanca leche que le había incitado a soñar.

Fábulas de Esopo, Edición de Vicens Vives.

2.- El cuento en el Panchatantra.   El religioso soñador

           Hace mucho tiempo vivió un religioso que era al mismo tiempo extremadamente vago y pobre. No le gustaba el trabajo duro, pero solía soñar con ser rico algún día. Conseguía alimentarse pidiendo limosna. Una mañana recibió un jarro de leche como limosna. Se alegró extremadamente y se fue a casa con el jarro de leche. Hirvió la leche, bebió parte y el resto lo depositó de nuevo en el jarro. Añadió algo de cuajo en el jarro para convertir la leche en cuajada, y después se tumbó a descansar. Estaba muy contento con el jarro de leche que había caído en sus manos, y comenzó a soñar sobre el jarro de cuajada mientras se adormecía. Pensó que si pudiera enriquecerse de alguna forma todas sus miserias desaparecerían. Sus pensamientos recayeron entonces sobre el jarro de leche que había preparado para hacer cuajada. Y siguió imaginando: “Por la mañana el jarro de leche se habrá convertido en cuajada. Batiré la cuajada y haré mantequilla. Iré al mercado y vender la mantequilla, y conseguiré algo de dinero. Con ese dinero compraré una gallina. La gallina pondrá huevos, que se abrirán y habrá más gallos y gallinas. Estos gallos y gallinas pondrán cientos de huevos y pronto tendré mi propio gallinero”. El religioso siguió soñando: “Venderé todas las gallinas de mi gallinero y compraré algunas vacas, y venderé leche diariamente. Todo el pueblo me comprará leche. Seré muy rico y pronto compraré joyas. El rey me comprará todas las joyas a mí. Seré tan rico que me casaré con una mujer excepcionalmente bella de rica familia. Enseguida tendré un precioso hijo. Si me hace alguna trastada me pondré furioso y para enseñarle una buena lección, le golpearé con un buen palo”. Mientras fantaseaba, cogió involuntariamente un palo que tenía junto a la cama e imaginando que castigaba a su hijo, elevó el palo y golpeó el jarro. El jarro de leche se rompió y él despertó de su ensoñación. Sólo en ese momento se dio cuenta de que había estado fantaseando. 

Panchatantra, V, 9.


3.- El relato de Calila e Dimna en castellano, del siglo XII.  El sueño del religioso

             Dicen que un religioso recibía cada día limosna de casa de un mercader rico, pan y miel y manteca y otras cosas de comer. Se comía el pan y otras cosas, y guardaba la miel y la manteca en una jarra. Y la colgó a la cabecera de su cama, hasta que se llenó la jarra. Y ocurrió que se encarecieron la miel y la manteca. Y estando en una ocasión sentado en su cama, comenzó a hablar solo, y se dijo: "Venderé lo que está en la jarra por tantos maravedíes, y compraré con ellos diez cabras, y se quedarán preñadas, y parirán al cabo de cinco meses". 
               Y de esta manera hizo cuentas, y encontró que al cabo de cinco años sumaban más de cuatrocientas cabras. Así pues, dijo: "Las venderé, y compraré con lo que valgan cien vacas, por cada cuatro cabras una vaca; y compraré simiente y sembraré con los bueyes, y sacaré provecho de los becerros y de las hembras y de la leche. Y antes de que hayan pasado cinco años obtendré de ellas y de la leche y de sus crías algo grande. Y construiré muy nobles casas, y compraré esclavos y esclavas. Y hecho esto, me casaré con una mujer muy hermosa, y de gran linaje y noble, y quedará en cinta de un hijo varón bien proporcionado; y le pondré un buen nombre, y le enseñaré buenas costumbres, y le guiaré con los consejos de los reyes y de los sabios. Y si no aceptase los consejos y enseñanzas, lo golpearé con fuerza con esta vara que tengo en la mano". 
              Y diciendo esto alzó la mano y la vara y dio con ella en la jarra que tenía a la cabecera de la cama, y se quebró, y se derramó la miel y la manteca sobre su cabeza.

Calila y Dimna, VIII, 1. 
Modernización del castellano medieval

4.- Por último, el cuento que se contiene en “El conde Lucanor”: De lo que ocurrió a una mujer que llamaban doña Truhana

            Hubo una mujer que tenía por nombre doña Truhana y que era bastante más pobre que rica, y un día iba al mercado y llevaba una olla de miel en la cabeza. Y yendo por el camino, empezó a pensar que vendería aquella olla de miel y que compraría una partida de huevos, y de aquellos huevos nacerían gallinas, y después, con el dinero que sacase por ellas, compraría ovejas, y así fue comprando con las ganancias que tendría, y se tuvo por más rica que ninguna de sus vecinas. 
              Y con aquella riqueza que pensaba que tendría, consideró cómo casaría a sus hijos y a sus hijas, y cómo iría acompañada por la calle con yernos y con nueras y cómo decían de ella que había tenido suerte en llegar a poseer riqueza tan grande, siendo tan pobre como solía ser. 
             Pensando en esto comenzó a reírse con ganas por su buena andanza, y riéndose se dio con la mano en la frente y entonces se le cayó la olla de la miel al suelo, y se quebró. Cuando vio la olla quebrada, comenzó a dolerse grandemente, considerando que había perdido todo lo que pensaba que tendría si no se le quebrara la olla. Y porque puso todo su pensamiento en cosas vanas, no se realizó al final nada de lo que pensaba.

Don Juan Manuel: El conde Lucanor, VII
Modernización del castellano medieval





viernes, 21 de octubre de 2016

La Edad Media y el amor cortés

           Este documental nos explica los aspectos sociales, políticos y culturales más importantes de la sociedad medieval. Se centra en la última época de este largo período de tiempo, los siglos XII al XIV, en los que aparece y se desarrolla el concepto cultural del amor cortés, que quedará reflejado en la literatura de estos siglos y que culminará en el tratamiento crítico que Cervantes realizó con su obra más famosa, ya a finales del siglo XVI. Con esto, creo que entenderemos bien el significado social y político de la idea de amor cortés. Espero que lo disfrutéis.


                                                                     Damas y caballeros





miércoles, 5 de octubre de 2016

Pedro Salinas, según Julio Cortázar

            Dice Cortázar sobre la obra poética de Salinas:    " ....lo contiene todo, la mujer que es la luna del hombre, el agua original de la alegría y el consuelo. Vengan a decirnos -porque se dice por ahí- que Salinas cae en un conceptismo de lo amoroso, que juega con la idea de lo erótico (tu solo cuerpo posible: / tu dulce cuerpo pensado), como si después de Dante o el Shakespeare de los sonetos o John Keats o Apollinaire no fuera transparente que en todo gran poeta la pasión suscita y alimenta un sistema de intuiciones trascendentes, un desasosiego existencial, una metafísica que solo los prejuicios y los vocabularios (que es lo mismo) disocian falsamente del río de la sangre enamorada. En Salinas la inteligencia también hace el amor, y su don poético que es, como siempre, el de establecer las relaciones más hondas y más vertiginosas posibles entre las formas del ser, para cazar, para poseer ontológicamente la realidad huyente, procede desde y en el amor. Cuando Salinas le habla a una mujer, le está hablando a todo lo que ella le da a ver, a todo lo que nace a partir de ella por el solo hecho de ceder o negarse a su pasión....."

Julio Cortázar. París, 1970 (Notas a la Selección de poesía de Salinas)

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Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
Hoy estoy buscando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
-¿adónde se me ha escapado?-
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.


Pedro Salinas "La voz a ti debida"