Es una novela muy entretenida, muy divertida, muy absurda. Pertenece a la serie del detective sin nombre que iniciara el autor con su novela "El misterio de la cripta embrujada" escrita en 1979, con el mismo protagonista, una especie de pícaro no muy cuerdo, que se involucra en una serie de historias que, a su pesar, le convierten en un detective bien atípico de novela policíaca. Para este personaje, como para todos, ha pasado el tiempo, está ya en una edad madura y ha pasado su juventud. Pero recuerda un suceso que vivió en los años ochenta y nos lo comienza a contar. De esta manera, Eduardo Mendoza divide la obra en dos partes; en la primera hace revivir la Barcelona de los años ochenta para, en la segunda, contrastarla con la Barcelona actual, y aprovechar para lanzar sus dardos críticos y ácidos a distintos aspectos de la ciudad en los dos momentos. Son meras pinceladas, comentarios puestos en general en boca del detective sin nombre, sin ánimo de profundidad. Y, sin embargo, sientes que van apareciendo verdades como puños sobre la realidad.
Por supuesto toda la novela es un puro disparate, llena de acciones absurdas e incluso surrealistas o, al menos, esperpénticas que van desvelando una intriga inicial que esconde otra más compleja. Compleja, entre comillas, porque el libro se entiende sin dificultad. Eso sí, requiere hacer muchas pausas, la mayoría de las veces, para reírse de las continuas ocurrencias irónicas y sarcásticas que están por todas las páginas; otras veces, para consultar el diccionario que es mejor tener a mano, pues el léxico de Mendoza es bueno y rico, domina el lenguaje como pocos escritores actuales, y es maestro en el juego de palabras (algunos, todo hay que decirlo, son bastante pobres). Prácticamente todos los personajes son gente de los bajos fondos, Pues bien, los hace hablar a todos con una cuidada elaboración del discurso, una clásica y perfecta sintaxis y palabras cultas. Son personajes de alto nivel lingüístico, otra de los guiños particulares del autor.
Y tanta charla se desarrolla casi siempre en frenético movimiento. Todos los personajes corren, se persiguen, se esconden, y el detective quien más, haciendo "footing" o repartiendo comida a domicilio mientras resuelve el caso. En definitiva, un libro con el que se pasa un buenísimo rato.

Y tanta charla se desarrolla casi siempre en frenético movimiento. Todos los personajes corren, se persiguen, se esconden, y el detective quien más, haciendo "footing" o repartiendo comida a domicilio mientras resuelve el caso. En definitiva, un libro con el que se pasa un buenísimo rato.
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