jueves, 24 de agosto de 2017

Dos fragmentos de "Sueño de una noche de verano", de William Shakespeare

HIPÓLITA La historia de estos amantes, Teseo, es asombrosa.
TESEO Más asombrosa que cierta. Yo nunca he creído en historias de hadas ni en cuentos quiméricos. Amantes y locos tienen mente tan febril y fantasía tan creadora que conciben mucho más de lo que entiende la razón. El lunático, el amante y el poeta están hechos por entero de imaginación. El loco ve más diablos de los que llenan el infierno. El amante, igual de alienado, ve la belleza de Helena en la cara de una zíngara. El ojo del poeta, en divino frenesí, mira del cielo a la tierra, de la tierra al cielo y, mientras su imaginación va dando cuerpo a objetos desconocidos, su pluma los convierte en formas y da a la nada impalpable un nombre y un espacio de existencia. La viva imaginación actúa de tal suerte que, si llega a concebir alguna dicha, cree en un inspirador para esa dicha; o, de noche, si imagina algo espantoso, es fácil que tome arbusto por oso.
HIPÓLITA Mas los sucesos de la noche así contados y sus almas a la vez transfiguradas atestiguan algo más que fantasías y componen un todo consistente, por extraño y asombroso que parezca.
(Cartel de la obra representada en agosto de 2017 en el Teatro Quevedo de Madrid)

HELENA
¡Ah, noche sin fin, noche de fatigas!
Acórtate, y luzca el gozo de Oriente,
que yo vuelva a Atenas sin la compañía
de quienes mi humilde persona aborrecen.
Y el sueño, que a veces duerme nuestras penas,
de mí misma un rato liberarme quiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario