Yasmina Reza es una actriz y escritora francesa muy conocida por dos obras de teatro que han sido un gran éxito en muchos países: "Art" y "Un dios salvaje". Menos conocida es su obra en novela. "Felices los felices", publicada en 2014, tiene toda la subversión intelectual de su teatro y el ansia por cuestionar todo lo que la sociedad de biempensantes (o simplemente no pensantes) da por bien establecido.
Es un relato en el que numerosos personajes narran en primera persona sus propios pensamientos y sensaciones alrededor del mundo de personas con los que se relacionan. Se centra en la vida de un matrimonio de mediana edad, alrededor del cual van surgiendo otras vidas narradas, todos con su pasado individual que se intuye y deviene en presente. Todos son retazos de vida, de pensamiento, a veces cómico, a veces irónico, que vienen a mostrar un claro escepticismo en la vida matrimonial e incluso en las relaciones de pareja. Sobre todo eso, la falsedad de la pareja como algo trascendente, pues prácticamente todos los personajes viven y sienten casi al margen de su pareja y viven y sienten con otra vida paralela, pasada o presente, que le aleja de su cotidianidad oficial y le hace sentirse bien y, al menos, alejarse de sus respectivas insatisfacciones, aun cuando no sea llegar a ningún paraíso.
Realmente es un conjunto de historias cotidianas en las que sin querer vemos reflejadas a muchas personas de nuestro entorno; y muchas historias sobre todo de infidelidades, que lo serán para el lector así, en el sentido estricto del término, cuanto más de acuerdo esté con la idea tradicional de relación matrimonial. Mundos ciertamente solitarios y desolados. Pero creo que Yasmina Reza quiere ir más allá, quiere indagar en la idea de la relación entre hombre y mujer en la actualidad, que nos preguntemos sobre su sentido actual. Y, de paso, reflexionar sobre alguna idea sobre la edad y la muerte. Y el fingimiento, todo lleva al fingimiento. Como se ve, nada que los biempensantes tengan ganas de plantearse.
Su estilo es sencillo y directo. La autora no pretende ninguna complejidad ni en el desarrollo de la trama, ni en las formas, ni en la propia forma de plantear el pensamiento de los personajes. Respira naturalidad y pureza y, como todos sus escritos, da qué pensar, lo que no es poco en estos días.
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